El estrés hídrico se da cuando la demanda de agua es mayor a la cantidad disponible durante un periodo determinado. La FAO ha identificado una tendencia gradualmente creciente de esta situación a nivel mundial a lo largo de los últimos 20 años, con áreas donde se refleja un estrés mayor y zonas con descensos en la disponibilidad de recursos hídricos que no pueden compensar los aumentos de demanda hídrica.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 dedican el objetivo 6 al “Agua limpia y saneamiento”. Entre sus metas, el punto 6.2 destaca que, aunque la eficiencia en el uso del agua ha aumentado un 9%, el estrés hídrico y la escasez de agua siguen siendo un motivo de preocupación a nivel mundial.
Así, entre sus causas, destacan el aumento de la población y el cambio climático. En este sentido, la tendencia a la sequía que predomina en Europa provoca pérdidas de 9 billones de euros al año. La investigación trabaja a marchas forzadas para poner en marcha y desarrollar sistemas de almacenamiento y optimización de los recursos hídricos
Prácticamente la mitad del agua embalsada en España tiene problemas de eutrofización y en torno al 11% del total se pierde por la evaporación. Con el objetivo de reducir estas problemáticas nace el proyecto LIFE H2OLock, que tiene entre sus objetivos mejorar la calidad de los recursos naturales.
El proyecto pretende por lo tanto mitigar la presión que sufren las masas y recursos de agua, e indirectamente el impacto del estrés hídrico, cubriendo embalses de mediano y gran tamaño con una versátil y rentable solución. El objetivo es reducir la evaporación hasta en un 80-85%, apostando así por el uso sostenible del agua y la mejora en la disponibilidad de los recursos hídricos.
Niveles de estrés hídrico
World Resources Institute ha establecido una clasificación con una previsión de los países con mayor estrés hídrico para 2030 y 2040, en la que España aparece en el puesto número 28 a nivel mundial. El consumo de recursos hídricos en nuestro país está entre el 40% y el 80%, pero hay zonas que superan el 100% de los recursos.
La organización establece cinco niveles, en función del porcentaje de necesidad a suplir. Así, cuando el ratio se sitúa por debajo del 10%, se considera un estrés hídrico bajo y, por el contrario, el nivel extremadamente alto está en más de 80%.